«Después de cien años de efectiva hegemonía de la economía de mercado en America Latina, el panorama es desolador. El 70% de la población vive más allá del límite de la pobreza y el 40% (de ella) en la miseria. Un millón de nilños desnutridos muere cada año en el continente. Cuba se ha atrevido a desmontar ese mecanismo que hace de este continente, sino también de äfrica y de Asia, continentes necrófilos. En nuestros paises se nace para morir; en Cuba, no»
Nuestro Perfecto Idiota no está sólo. Tiene amigos; amigos muy influyentes en Estados Unidos y Europa que toman las inepcias, las falacias, las interpretaciones, excusas y espejismos del Idiota Latinoamericano, las difunden en sus respectivos países y las devuelven a América Latina debidamente estampilladas por la conciencia universal.
Parece increible que mentiras truculentas, fabricadas en casa por ese rústico populista que es nuestro amigo el Idiota, vengan desde los grandes centros de la cultura universal, acompañadas como los vinos, de un certificado de autenticidad. Pero así ocurre, así ha aocurrido siempre con las fábulas nacidas en América Latina, tal vez desde los tiempos de Cristobal Colón.
Uno de esos amigos de nuestro hermano Idiota, es un dominico brasileño, precursor de la Teología de la Liberación y muy amigo de Fidel Castro.
Este apostol de la revolución cubana, sintetiza el pensamiento a propósito de América Latina de muchísimos intelectuales europeos de la llamada «gauche divine» o «izquierda caviar» (nombre del alimento que come esa «clase» de izquierdistas) . Todos ellos se conduelen de la miseria que «descubren» en América Latina; miseria evidente y desde luego inaceptable.
El Perfecto Idiota Latinoamericano lo sabe y se sirve de ella, como un mendigo de sus llagas, para atraer la atención y venderles de paso, un falso diagnóstico y un peligroso remedio del mal. Y claro, obtiene lo que busca, no hay duda, puesto que esos intelectuales, periodistas, sociólogos, antropólogos, cineastas o cantantes de la izquierda europea, no sólo en ensayos, reportajes, cifras, imágenes, poemas o canciones, aluden vehementemente a nuestra pobreza, sino que con una mezcla de candor, de enajenación idológica y de supina ignorancia, deciden que a nosotros los «pobrecitos latinoamericanos» sólo nos queda como única redención esos (para ellos) folclóricos y pintorescos experimentos como el castrismo, el sandinismo, el zapatismo, el maoismo e incluso el senderismo; cualquier cosa, menos la «boba» democracia que ellos mismos disfrutan en casa y el «vil» capitalismo, del que se alimentan.
Semejantes tonterías no resisten, obviamente el menor análisis. En primer lugar, no es cierto como dice Fray Betto, que la Economía de Mercado, tenga en América Latina, una hegemonía de cien años. Con excepción de las tímidas tentativas liberales que desde hace muy poco se han introducido en la política económica y social en algunos de nuestros paises, no hemos tenido ni una Economía de Mercado propiamente dicha , ni una sociedad realemente abierta de corte liberal. Lo que ha habido hasta ahora, es Mercantilismo o sistema patrimonial, es decir, un sistema en el que una clase burocrática, su clientela electoral y sus aliados (empresarios sobreprotegidos y una élite sindical ligada a las empresas del Estado) y principalmente la «clase» política administran el país como si fuera su patrimonio.
En este Estado «benefactor», generador de desorden, despilfarro, inflación y corrupción está la clave de lo que a nuestro hermano Idiota y a nosotros nos preocupa por igual: la miseria de grandes sectores de la población, lo que habilmente el Idiota vende como solución, siendo que es causa o en todo caso, parte del problema.
En segundo lugar y en honor a la rigurosa verdad, no es cierto que nuestra pobreza no cesa de agravarse como reza el refrán que repiten a coro los idiotas nuestros y los idiotas foráneos. Pese a los equivocados modelos de desarrollo, al populismo, a los estados ineficientes, clientelizados y corruptos y gracias al espíritu empresarial que en medio de tantas dificultades se abre paso, el continente ha sostenido en la segunda mitad del siglo pasado, un crrecimiento promedio del 5% anual, no conseguido por ningún país europeo.
«Este crecimiento – dice nuestro Idiota- es un crecimiento con dientes de sierra, con diferencias enormes según los años, y una distribución muy desigual entre los paises, como entre regiones y capas sociales».
Evidentemente, sin embargo, este crecimiento existe. De 1950 a 1985, el ingreso real por habitante se ha duplicado, pasando de 1000 dólares anuales a más de 2000, lo que era el nivel de Europa Occidental en la década de 1950 y el triple del ingreso de las regiones más pobres de Africa y Asia.
Conclusión: La quiebra estrepitosa de las finanzas públicas, la inflación que desorganiza la vida cotidiana y esteriliza la inversión ocasionando miseria, no derivan de un subdesarrollo fundamental. Estos males provienen, por el contrario, de un despilfarro de origen político. Esto en el caso de los países democráticos de nuestro continente.
En el caso de Cuba, la pobreza obedece a la naturaleza de su sistema político, puesto que el Comunismo no permite la propiedad privada y deja la producción al Estado ineficiente que dilapida los recursos naturales y reparte por igual, las migajas que a duras penas produce ese Estado lleno de burocracia.
Que demagógicamente, Cuba eduque a médicos y maestros de escuela que termina «donando» a paises amigos, cuando en ese país hace falta gente que produzca alimentos básicos, para aminorar las extensas colas que hace diariamente la gente para conseguir medio litro de leche y algunos panes, es una incongruencia propia del Comunismo, para tratar de justificar de alguna manera su inservible sistema de gobierno.
De esta manera, una de las idioteces más grandes que hacen los idiotas de ambos lados del Atlántico, es comparar el desarrollo de Cuba con el de Haití, (el país más pobre del hemisferio) cuando lo correcto sería compararlo por lo menos con el de la media del continente, pero claro, entonces se cae su argumento de que el Socialismo es mejor que el Capitalismo.