Rio Guadalquivir
La Partida
Al medio día del 16 de marzo de 1574, la abigarrada hueste, al mando del Capitán Blas Cermeño, comenzó a alejarse de la tranquila ciudad de La Plata.
Don Luis de Fuentes, caballero en blanco rocin de puro estirpe árabe, iba cerrando la comitiva, al lado de sus directos amigos, don Luis de Ávila, don Antonio Esquete y don Gutiérrez Velásquez. A prudente distancia de ellos venían intrépidas mujeres entre las cuales era fácil distinguir a doña Ana Gutiérrez, acompañada de uno de sus hermanos y algunos indios e indias de servicio. Más atrás se veía, arreados por negros, mulatos e indios, una tropa de caballos, yeguas, ganado vacuno, caprino y ovejuno y varias mulos cargados, que iban levantando densa polvareda en el solitario camino.
El territorio de los Chichas
Hombres, bestias y carga llegaron a la Villa Imperial de Potosi, donde permanecieron algunos días mientras Fuentes hizo arreglos de sus minas y casas, se proveyó de nuevos elementos y recursos y sobre todo de indios y quechuas.
De Potosí, la hueste expedicionaria bajó la línea recta hasta la capital de los Chichas, donde permanecieron refrescando a la tropa, reuniendo provisiones, recursos y más indios de servicio y repartimiento.
Los primeros días de abril de 1574, los columnas de fundadores reforzada por caballos, gentes y elementos militares que sacó Fuentes de sus propiedades de Chichas siguió la marcha en línea recta para llegar a los valles de San Juan que estaban secos y áridos por el invierno. De allí siguieron bordeando ríos y quebradas, por estrechos senderos y abruptas serranías hasta el rancherío de Iscayachi.
El Descenso al Valle
En la madrugada del 15 de abril de 1574, con una vanguardia de 30 soldados y algunos indios auxiliares al mando del Capitán Blas Cermeño, se inició el descenso desde las alturas cordilleranas al valle. Sin más dificultades que los ásperos senderos, cuestas y repechos del camino, la tropa se reunió al pie de la Calama, donde había alojamientos preparados y se veían aún firmes los restos de las antiguas fundaciones que hicieron primero el Gral. Nuñez del Prado y luego don Juan Ortíz de Zárate.
A los tres días, el mismo Fuentes a la cabeza de todos los hombres de guerra, bien armados, descendieron al primer valle de los Tomatas con el propósito de reconocer la tierra y buscar el sitio propicio poro la creación de la villa.
Regocijado por la amenidad del valle y verdes alfombras del rancherío de Tarija – Cancha, resolvió alli mismo comenzar la fundación, pero pronto cambió de parecer al encontrar sitio más eminente y abrigado a orillas del río de La Calama, donde resolvió la fundación de la Villa.
Fuentes comenzó a echar los cimientos de la nueva población más delante de las ciénegas de Tarija – Cancha, hecho que dio lugar a que éstas zonas se llamaran “Tarixa la Viexa”.
Pacíficos Tomatas habitaban un lugar sobresaliente y protegido donde estaba la capital de estos mansos indios, por lo que trasladó la gente decidido a fundar la ciudad en este estratégico sitio.
El Guadalquivir y las Lomas de San Juan
Meses más tarde, a orillas del río que bautizó con el simbólico nombre de Guadalquivir, encontró otras lomas, donde además de existir una fortoleza incaica, se dominaba todos los valles y se podía estar alerta y prevenido contra los asaltos de los chiriguanos. Allí, en ese fuerte que más tarde se llamará Las Lomas de San Juan, en agradecimiento al Santo que los libró milagrosamente de perecer en manos de los bárbaros, descendieron a orillas del Guadalquivir, donde con los riesgos del caso, se comenzó la fundación definitiva de la Villa de San Bernardo de la Frontera, el día 4 de julio de 1574, reinando Felipe II y el Papa Gregorio XIII.
De esa manera quedó abandonada la fundación hecha dos meses antes en las huertas de Tarija – Cancha, que desde entonces comenzó a llamarse “Tarija la Vieja«.
A Luis de Fuentes le pareció que era la parte más cómoda del valle, mandó a desembarazarla de la arboleda y maleza que la cubría y con las formalidades acostumbradas tiró las primeras líneas de la Villa de San Bernardo de la Frontera. Era el 4 de julio de 1574. Seis días después, señaló en la plaza, el sitio para la construcción de la Iglesia Mayor, la cual quiso que se dedicase a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.